Expliquenme que estaba pensando cuando vine aquí (privado)

Gilbert suspiró mientras metías sus manos a los bolsillos de la chaqueta de cuero que en ese momento traía, había llegado hace nada a aquel lugar por dos simples razones, porque se estaba haciendo muy famoso y obviamente el no se quedaría fuera, y porque el subdirector era un viejo amigo de él al cual amaba fastidiar...Aquellas razones habían parecido muy lógicas en su momento, mas ahora en vista del horrible aburrimiento que le abrumaba, no parecían tan buena ideas...
Bien, Lhux se le había perdido y ni modo que le saludara, y era fin de semana libre, por lo que casi no quedaban alumnos en la academia a los que fastidiar.... Tal vez lo mejor era largarse nada más....

El fin de semana había llegado, y no se había percatado de eso. Perdió la noción del tiempo, no hizo ningún plan para alguna salida. No podía acosar a su hermano, Demian, por que misteriosamente desapareció; Silas y Venus, habían salido juntos ¿una cita acaso? No le tome importancia, por ahora…

Pensó en aprovechar ese hermoso día, pasando tiempo con sus mascotas, en especial con sus perros, a los cuales no podía ver mucho, debido a que no podía tener a tantas mascotas en una sola habitación, por ello dejo a Lucifer con Demian y a Hades con Silas, quedándose el con Satanas, su culebra.

Ya con sus queridos “hijos” en el campo, soltó a los perros, mientras su culebra se había acomodado en su cuello. Los perros corrían libres en el campo, felices por pasar un día junto a su amado amo. Días como esos, donde el demonio se encontraba solo sin mucho que hacer, venían a su mente recuerdos del pasado, recuerdos desagradables… por eso siempre intentaba mantenerse ocupado.

No paso mucho tiempo para que los perros visualizaron a otra persona en el campo, dirigiéndose hacia este y lanzándose sobre el, apenas Dante se percato de ese hecho fue tras ellos.

– ¡No se lo vayan a comer! ¡Que luego me demandan y me sacan dinero! – Grito, preocupándose por su billetera. Pero los perros solo estaban lamiendo al sujeto, como muestra de afecto, pero esto, era algo que el demonio no llegaba a ver.

y bien, el paseaba tranquila y amargosamente por allí cuando escuchó unos ladridos a lo lejos....
Se detuvo en guardia, sabía que eran muchos los demonios que utilizaban ese tipo de animales para atacar, y si alguno de esos desgraciados pretendía tomare de sorpresa, no lo había logrado en realidad....
Vio a los inmensos animales acercándose a el como marabuntas al azúcar, ya iba a atacarlos con alguna treta cuando detectó que en realidad aquellos animales no tenían malas intenciones... Y es más mientras se acercaban, pudo reconocerlos también...
-o.o ¡Joder! ¿Que mierda hacen los animales de Dante aquí!?- exclamó en voz alta, atónito, poco antes de que los animales finalmente llegaran y se avalanzaran sobre el con brutalidad para lamerlo y babosearlo por completo...
bueno... ¿que importaba que hicieran allí? a lo mejor habían escapado para buscarle.... No era importante, pensó mientras los abrazaba y acariciaba riendo, le gustaban mucho los perros...
- chicos! kesesese! lucifer! hades! ¿como han estado?- preguntó mientras lograba apartarlos un poco de el, como si realmente los animales pudieran responder, aunque si realmente fuera así, sería otra la persona por la que preguntaría.

Los perros ladraban y le movían la cola de felicidad al demonio. Mas luego su pelaje se erizo al escuchar la voz de su amo.

– ¡Aja! ¡Los alcance! Me demandan… ¡y los hago parrillada! – Los perros se ocultaron detrás de Gilbert, asomando su cabeza tras su hombro, aun algo nerviosos, le ladraban a su amo como queriéndole decir: “¡Mira, mira lo que encontramos! ¡Felicítanos!”.

– Discul… – Interrumpió su disculpa. Miro al hombre con atención, se sobo lo ojos, lo volvió a mirar, saco sus lentes y se los puso, una mirada mas, guardo sus lentes, una tercera mirada mas, suspiro. – ¡Vaya! Estoy alucinando… ¡lo sabia! No debo comer nada que yo prepare… – Se exalto, no podía creer lo que estaba viendo.

¿Podría ser?! ¿sus ojos no le engañaban?
No, sus ojos estaban bien, esa presencia frente a él era tan real que sólo tocarle podría hacer que estuviera más convencido de lo que estaba acerca de ello.
Aun así, seguía siendo increible, sobre todo por lo mucho que le deseaba, lo mucho que había querido una y otra vez volver a verle, tocarle, sentirle, olerle... cada atomo de su composición había deseado tanto al otro sugeto que había estado a punto de desintegrarse en su desesperación varias veces, y ahora estaba allí.... frente suyo.

Sabía que algo así podría pasar, lo había pensado en el fondo... La academia era demasiado famosa como para que no le llamara la atención a su querido tal y como a él... Pero pese a que en el fondo había pensado la posibilidad, no había querido hacer conciencia de ello por no vivir la decepción de no encontrarle... pero si estaba, estaba llí... Junto a él, al alcance de su mano, la pregunta era ahora ¿Que haría?

No se sentía con el derecho suficiente para levantarse y darle un abrazo, no despues de todo el tiempo que le habia tenido que dejar, no despues de que pasaran tantos años de su separación...

-¿Ehh? ¿Acaso te paresco una ilusión? yo me pensaba bastante real- Las palabras salieron de su boca casi asecinas, sin pedirle permiso alguno, pero no lo podía evitar, no estaba en su naturaleza asustarse y sentirse intimidado, al menos no externamente, aunque en el fondo temblara de miedo al rechazo.

Era real, no era una ilusión y menos un sueño. Perdió control de si mismo, a pesar que las palabras del otro resultaron ser frías, no le tomo la más minima importancia, lagrimas comenzaron a recorrer sus ahora sonrojadas mejillas, extendió sus brazos y se abalanzo hacia el albino, abrazándolo con fuerza.

– Realmente eres tú… que alegría… que felicidad.

No quería soltarlo, no deseaba hacerlo por el miedo de que una vez mas se lo arrebataran. Pero poco duro ese abrazo, volvió en si, percatándose de lo que hacia, y volvió a tener el control de si mismo, mas no de las lagrimas que seguían recorriendo su rostro. Se aparto bruscamente del otro.

– Lo siento… – Decía, mientras con sus manos, intentaba inútilmente secar sus lágrimas. – Lo siento, lo siento… – Se seguía disculpando, sin entender el porque. Se le veía, débil, indefenso, algo poco común en él. Como odiaba verse así.

De pronto tenía al otro sobre él... ¿Porque?... ¿Porque le abrazaba así?... No lograba entenderlo, el deseo desbordaba de su alma, pero su mente no lograba comprender el porque, ¿Porque el otro le aceptaba cuando le había traicionado?...
Y no era justo, no era justo porque contaba con que el otro le odiara, con que escupiera a su rostro, le golpeara y rechazara por lo que le había hecho... Podía manejarse con ello, eran situaciones a las que estaba acostumbrado, a que la gente le rechazara y le odiara, sabía que hacer, y aunque ... sin duda el rechazo de su amor le dolería mucho más, era un dolor que podía ignorar, el podía alzar las paredes para esconder un corazón hecho pedazos...

Pero esto, aquellas lagrimas de felicidad... no tenía idea que hacer con ellas, el era un demonio, un cruel demonio que no sabía como tratar con el perdón, estaba confuso y no sabía como reaccionar, sin embargo, su cuerpo si que sabía que hacer... Este reaccionó por si mismo, abrazando a Dante y estrujándole contra si, como si no hubiera hoy ni mañana... Como si no hubiera tiempo ni lugar...

No obstante, si bien Dante le podía perdonar... El no se podía perdonar a si mismo, no, jamás se perdonaría lo que le había hecho a la única persona en el mundo que le había amado, la única que había poseído su corazón...
No podía estar con Dante, no cuando ni siquiera podría prometerle el no volver a traicionar su confianza...

Su perfil se volvió rígido de un momento a otro, mientras rápidamente su mirada se volvía de hielo y su voz punzante como el cristal... De un sólo gesto violento empujó a Dante.

-¡Argh! quitate!.. que cargante, ¿A ti quien te dio permiso para tocar al gran yo?... aléjate de mi vista..- aquel tono gélido y cruel (el peor de su repertorio) era como una filosa cuchilla que despiadadamente destruía su corazón con cada palabra ponzoñosa que salía de su boca... Demonios... Hacer lo que estaba por hacer, le destruiría mas de lo que nunca había estado.

Esta vez aquellas palabras frías y afiladas si le afectaron, su corazón se estrecho, se dibujo en su rostro un dolor profundo. Sus perros que habían estado sentados observando todo, al escuchar a Gilber y ver la reacción de su amo, comenzaron a emitir aullidos de lamento.

– Gilbert… – Satanas que había estado escondido dentro de las ropas de Dante, era el único que no permitirá tal trato contra su amo, asomo su cabeza por el cuello de la camisa del demonio, vio al otro, saco su lengua y se lanza a su dirección. Pero su amo reacciono lo suficientemente rápido como para sujetarlo en el aire. – ¡Satanas detente! – Ofendida la serpiente, al ver que su amo no valoraba su acción, mordió la mano del demonio, este por el dolor la soltó, la serpiente callo al césped y con velocidad se alejo del lugar.

– ¡¿Satanas por qué muerdes a mamá?! ¡Oye! ¿A dónde vas? – Miro a sus perros – ¡Hades, Lucifer! ¡Vayan detrás de su hermano! ¡Qué alguien lo puede ver y hacerle daño! – Los perros fueron detrás de la serpiente, les tomaría algo de tiempo ubicarla, Satanas era muy escurridiza. Y así los dos se quedaron solos. – Lamento la reacción de Satanas… – Se disculpo, sin verlo al rostro, se sentía aun dolido por las palabras del otro. ¿Por qué le había tratado así? ¿Acaso lo odiaba? ¿Por qué? Entonces el pensamiento que siempre había rondado la mente de Dante volvió de un golpe: El me odia, por que no fui lo suficientemente fuerte para mantenerlo a mi lado. Para el demonio le era imposible atribuir culpa alguna a su amado, por lo tanto todo recaía en el mismo. Y seguro de que ese el motivo por el cual el otro le trataba tan fríamente, se limpio las ultimas lagrimas de su rostro, ahora su ojos carmesí eran mas intensos, su mirada era desafiante al igual que la nueva postura que tomaba. – Yo no debo pedir permiso para abrazar a alguien… Es mas deberías sentirte honrado de que yo te haya abrazado. – Dijo con voz de superioridad. Soltó una pequeña risa arrogante. – Y sobre lo de hace rato… creí que algo de lagrimas le daría mas veracidad a mi actuación ¿qué tal lo hice? – Sonrío maliciosamente. Mientras le dio una lamida a su mano que sangraba por la mordida de hace un rato.Y ahí estaba el Dante que todo el mundo veía, arrogante, malicioso, desafiante, altanero.