Caminaba de un lado a otro como un desquiciado, sus pasos parecían querer romer el suelo, y se tapaba el cabello, normalmente rubio, con las manos y un gorro. Pero es que...
Cuando aquella mañana había decidido ducharse, cuando iba a preparar su dicha con todas las pociones que le aseguraban una inmensa belleza, se dio cuenta de que no estaban allí. ¡No estaban! ¿¡Que sería de su belleza!? ¡Seguro que alguien había "limpiado" su cuerto de baño! ¡No quería que lo "limpiasen"! ¡Estas pociones tardaban años en ser preparadas! ¡Los ingredientes costaban un ojo de la cara!
Salió de su cuarto rápidamente, vistiéndose completamente con un chasquido de dedos. Su cabello rubio estaba a punto de empezar a cambiar de colores hasta volver al negro que no consideraba "hermoso". ¡Alguien debía saber donde estaban! ¡Alguien debía saber donde podía recuperar sus preciadas pócimas! ¿¡Cómo demonios decidió ser profesor en un lugar donde te roban las pócimas!?
Pero, ¿qué pintaba estar en el Comedor con todo esto? Bueno, a lo mejor allí alguien sabía algo...